Nada puede parecerse menos a un animal vivo y activo que una estrella de mar, que yace inmóvil y aparentemente indefensa sobre la arena; podría parecernos un alfiletero anaranjado de forma estrellada; sin señales de patas, ojos, boca o garras.
Cómo es posible que semejante criatura respire, coma, se mueva, ataque y se defienda? Lejos de ser un pobre y desvalido animal a merced de todo el mundo, es tan fuerte, voraz e implacable, que constituye el terror de cuantos seres pequeños viven en las profundidades.
Las estrellas de mar son generalmente pentámeras, esto es, de cinco brazos, pero hay también especies que solo tienen tres brazos, mientras que otras tienen muchos más. El cuerpo de las estrellas de mar se compone de un disco ventral y los brazos.
Los pies ambulacrales terminan en ventosas, mediante las cuales el animal se adhiere a los objetos y así puede avanzar, con una velocidad que sorprendería a cualquiera. Estos pies son muy sensitivos; si se los toca con cierta brusquedad, se encogen instantáneamente, escondiéndose tras una orla de espinas rígidas que, al juntarse, forman una especie de cubierta enrejada que los protege de cualquier peligro.
Una variedad muy hermosa y poco conocida es la denominada comátula, (aunque no esta demasiado emparentada con las verdaderas estrellas de mar). Vive en aguas profundas, y tiene varios brazos, largos y frágiles, cada uno de ellos dividido en dos y con filamentos que les dan un aspecto de delicadas plumas. En el dorso del minúsculo disco de sus cuerpos, tienen un círculo de espinas curvas similares a pequeñas garras, con las que estas criaturas se aferran a las rocas o algas cuando descansan.
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